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Bienvenidos sean todos al blog que Juan Tomás Frutos tiene el honor de dedicar a Joaquina Illán.

APROXIMACIÓN AL TALENTO Y A LA BONDAD DE JOAQUINA ILLÁN BELANDO

Juan Tomás Frutos

Joaquina Illán nace en Algezares, una de los más bellos rincones del municipio de Murcia. Autodidacta, esta gran artista bebe de distintas fuentes en lo académico, en lo intelectual y, sobre todo, en lo personal. Ya a los seis años de edad nos prometía una gran facilidad en el ámbito pictórico, y así ganó su primer premio, lo que le permitió comprar algunos de esos instrumentos, colores y tintes que más tarde ha dominado con pasión, con talento y con mucha técnica.

Esta pintora, que refleja como pocos la ternura y el mundo infantil, ha participado en numerosas exposiciones individuales y colectivas, muchas de ellas con carácter reivindicativo o altruista. Con esa misma vocación solidaria, Illán ha realizado multitud de donaciones de cuadros con pretensiones benéficas a Organizaciones No Gubernamentales como la Cruz Roja , Amnistía Internacional o en el ámbito de la defensa de enfermos como los del Síndrome de Down.

Asimismo, ha llevado su obra por toda la geografía regional, destacando las muestras que ha venido realizando desde la década de los años ochenta por localidades como Lorca, Cieza, Ceutí y Cehegín. Por otro lado, en alguna que otra ocasión se ha desplazado hasta Madrid y Barcelona para defender su particular visión de la infancia. En total, sus exposiciones pueden superar las cincuenta, pero, indudablemente, tienen una extraordinaria significación por su calidad y no por la cantidad.

Entre sus últimas experiencias están las ilustraciones que ha publicado en diversas revistas, al tiempo que ha mostrado tu talento creativo en algunos diseños de lo más variopintos, y siempre dentro de los diversos perfiles culturales, como, por ejemplo, es el caso de la portada del libro “Confesiones a Stella”, que descuella por su uso del color y por la transmisión de un mensaje y de una fuerza que hasta ese momento había mostrado de un modo más realista. Más recientemente, ha hecho los dibujos de la obra “Nanas de Estrellas y Lunas”, donde juega con situaciones infantiles que están a mitad de camino entre lo imaginario y lo real.

El talento de Joaquina Illán no conoce fronteras, fundamentalmente porque sus planteamientos son valores universales que entretienen, divierten y nos forman la conciencia, unos objetivos que no siempre llegan hasta nuestras mentes de una manera tan limpia como la que ella nos brinda.


El uso del color

Joaquina es blanca, blanca de amor, de amistad, de cariño supremo, que ofrece por doquier, que regala con dulzura, que brinda a todos los rincones del universo.

Igualmente, es negra, amarilla, de todos los colores del Arco Iris, porque, cuando la miras a los ojos, cuando esboza su sonrisa, ya no te fijas en otra cosa. Su pintura es como ella, limpia, sensible, convencida de unas posibilidades que dejan abiertas de par en par las puertas del Cielo con el objeto de que podamos disfrutar de escenas que, a menudo, son cotidianas, pero que, en todo caso, son la muestra de que este mundo loco merece la pena.

Joaquina es mi amiga, y estoy muy orgulloso de ello. Miro sus obras, y la veo a ella. Cuando nos contempla esta artista, uno se siente dichoso, pleno, en paz, con el equilibrio por montera. Cuando observamos su obra experimentamos una mutación hacia la fantasía más genuina, porque vemos ejemplos vitales que no captamos con nuestras sencillas retinas.

La admiro porque es la excepción a un universo de prisas, es la contemplación desde un ángulo de Alicia en el país de las maravillas. De vez en cuando hay que seguir al conejo con chistera por ese agujerito que nos lleva a una “felicidad” a la que tenemos derecho. Uno se entretiene con su obra, y se siente pertenecer un poco más, desde la sencillez y sin segundas intenciones, a una Humanidad a la vez terrenal y divina. El modelo, sin duda, es Joaquina. Para mí lo es. Como prueba de que no miento solo hay que otear su pintura.


Los temas de sus cuadros

Joaquina está “a vueltas con la vida ”. Plasma, como si fuera un juego, los primeros pasos de la infancia, los primigenios escarceos, y contempla el Porvenir. Todavía hay ilusión en el mundo, en su mundo, según observamos, mucha ilusión, y todo se presume en positivo.

El ser humano, para ella, vale “más que el dinero ”. Nos dice que “todo el oro del mundo, todas las monedas del universo inventado y por inventar no servirían para comprar y pagar la ternura y la mirada de un niño”. El único color que, a su juicio, debe imperar es el del amor.

Le encanta seguir “ los primeros pasos de los infantes” . Para ella, “estamos ante el primer esfuerzo, ante el primer afán de superación. Intentamos ponernos de pie, procuramos ver desde el señorío de la verticalidad”. Así, “todavía la mirada es limpia y sin auténtica fatiga”, nos insiste.

Nuestra artista mira como pocos, quizá como nadie, “a través del tiempo ”. Sostiene que “de pequeños, no hay tiempo, no puede haberlo, no existe, no es. Mientras las manillas del reloj se mueven, hay minutos y horas y lugar para todo”.

Los niños, a juicio de nuestra pintora, son “ dulces como el chocolate ”. Afirma que “no hay nada más dulce que la infancia, que la ingenuidad de esos primeros años en los que no hay turbulencias mentales, en los que el juego es la gran verdad”.
De los niños, subraya su “ embelesamiento” . Indica que “todo les llama la atención, todo les sorprende, todo les ilusiona, mientras el universo se compone y se recompone a su alrededor”. “¡Ojala pudiéramos mirar como ellos!”, repite.

De vez en cuando se pregunta: “ ¿Qué estáis haciendo?” Llora a menudo por la torpeza repetida que roba el azul ilusionante y el verde de la esperanza. El gran dibujo de la Naturaleza se deshace por la contaminación que anhela únicamente riquezas a cualquier coste. “Todavía -subraya Illán- estamos a tiempo”.

Otro de los argumentos que discurre en paralelo a lo que decimos es su visión de “ la edad de la inocencia ”. Considera Joaquina que “no hay nada más puro que la mirada de un niño. No hay nada tan perfecto, tan querido, con tantas posibilidades de entrega y de paz. No hay nada, por otro lado, tan en vías de extinción”. “El amparo es preciso”, según anota, “por y para todos”. La amenaza para ella es enorme.

Preconiza un movimiento de conjunto, de “todos al compás ”. Grita con su pintura que juntos podemos. La música suena para todos y cada uno de nosotros, y así lo refleja. Insiste en que “nadie debe faltar al baile: todos deben ser invitados a la danza de la dicha”.

En cualquier momento la sorprendemos, a esta pintora de niños, “soñando con la vida”. “ Tan pronto llegamos a este mundo”, destaca , “ en la tregua de esa conquista, ya empezamos a soñar con lo que hallaremos”. De momento, para ella, para mí, para los que la conocemos y queremos, el universo es rosado, sonrosado, diría que bello.