Hay
frases que son más o menos afortunadas en función del momento y de quién o
quiénes las pronuncian. Alguien dijo que "la vida es como una corrida
de toros", buscando símiles con el comportamiento del astado. Es
posible que a veces exageremos en un exceso de celo, o en una búsqueda de abundantes
ejemplos para todo tipo de ocasiones.
No obstante, es verdad que podemos divisar
instantes que nos sirven, o deberían, para entender lo que nos acontece en
otros estadios o coyunturas de nuestras existencias, que se cimentan en la paz,
pero que no pueden eludir el conflicto como fundamento precisamente de esa
anhelada calma a la que precede y/o circunda una cierta tormenta.
Cada uno de los lances, de las
actuaciones del torero, del comportamiento del adversario, de los engaños, de las
muletas, de las espadas, de las miradas, de las suertes, de los tercios...
nos regalan ópticas y composturas que seguramente, si aprendemos de ellas, si las
contemplamos desde la experiencia, nos reportan sabios consejos, que, como la
historia personal y colectiva, son mudables.
Además, los segundos cruciales han de "cuadrar",
como se dice en el duelo final. Igualmente, los avisos de los compañeros, del
mismo animal, del público, de la propia intuición, contribuyen a que, de
tomarlos en cuenta, sigamos o no.
Valores como la entereza, la nobleza, la
inteligencia o la bondad se cruzan con otros que rozan la emoción y la razón.
En dosis justas producen el éxito, o todo lo contrario. Reitero: aludimos a la
vida cuando contemplamos el arte y el espectáculo de la tauromaquia. Por ende, saquemos provecho de esa docencia.
Juan TOMÁS FRUTOS.

0 Response to "Como la vida misma"
Publicar un comentario