Agradezco. Sigo por esa estela que me previene. Nos explicamos bien. Hemos
hallado muchos motivos. Nos queremos.
Los hallazgos nos llevan por sendas que nos embarcan hacia la vida misma.
Nos hemos sentido. Los hechos nos hacen conocernos.
Los elementos nos condicionan. Hemos dispuesto. Las creencias son múltiples,
y buenas. Hemos razonado.
Vibramos ante lo que sucede. Hemos supuesto. Nos vale. Nos controlamos un
tanto. Hemos leído entre líneas.
Los procesos nos valen con sus descollantes caricias, que nos hacen amar.
Nos sentimos parte del sistema que mejora.
Jugamos para vivirnos. Nos comentamos. Reaccionamos con una intención que
nos lleva donde somos capaces de atendernos.
Nos superamos. Nos sufrimos. Hemos dejado que todo fluya. Nos asaltamos.
Hemos hallado los extremos.
Ganamos y nos reponemos. Hemos hecho caso. Nos estudiamos. Hemos aclamado a
los corazones. Nos guardamos.
Hemos resuelto la vida con más vida. Nos estrechamos con unas intenciones
que nos declaran las virtudes más reactivas.
Nos enganchamos. Cantamos. Hemos sido. Nos volcamos en las experiencias.
Hemos tomado la mejor consideración.
Una y otra vez.
Nos nombramos con pasión. Nos queremos. Nos decimos que sí. Nos añoramos.
Nos necesitamos. Nos suponemos.
Hemos de hallar las causas de una emoción que nos debe liderar con razones
variadas. Nos soñaremos.
Los conceptos nos conducen por doquier con una razón que fue. Nos hemos
sugerido. Nos aglutinamos. Hemos sido en el todo.
Los avisos nos han llevado por doquier con una sombra que pone dudas. Nos
consideramos con mucha pasión.
Hemos de liberar energía. Nos aconsejamos. Nos cuidamos. Hemos buscado y
dado con buenos motivos.
Nos movemos hacia ese lugar donde aprendemos a compartir con una visión más
que lúcida. Nos mostramos con caricias que despejan muchas dudas.
Hemos servido a la causa que nos une para dar con lo mejor, con lo más
hermoso. Nos llamamos con sonidos nuevos.
Nos encendemos en la noria de una existencia que nos recoge con deseos
preclaros. Nos suponemos. Hemos vuelto.
Nos aliviamos ante la resolución de unos conflictos que no debieron darse.
Todo irá rápido. Poco a poco nos diremos.
Los convencimientos de otros años ahora nos ponen en la tela que no alberga
dudas. Hemos preparado casi todo.
Hace muchos años en una isla de cuyo nombre me acuerdo todos los días
conocí, entre otras personas interesantes, a un jovencito, igual que yo en esa
etapa, si bien en este caso tenía sueños de gloria en las plazas donde el arte
es ilusión, amor, y antropología.
Andaba el hombre en la búsqueda de aventuras, en las que incluía conocer
gente y aprender mucha cultura por toda la geografía española. No hay mejor máster
que ése. La experiencia es un valor añadido y eterno, si la sabemos aprovechar.
Me comentaba entonces su pasión por el toro, la vida en el albero, el
riesgo, rodeado todo ello de aplausos, de querencias y de opciones de futuro.
Era consciente, en paralelo, del sufrimiento, del dolor, de la soledad que todo
ello acarreaba. No le importaba. Tengo que reconocer que en ese estadio me
pareció un sueño inalcanzable como tantos que surgían de otras mentes
coetáneas.
Con el tiempo me he dado cuenta de que hay que llevar cuidado con las
elucubraciones, porque podría darse, puede darse, su cumplimiento. Esto es algo
más que un juego de palabras, y prueba de que es así es que este buen hombre,
porque lo era, porque lo es, se convirtió en torero, y de los de buena casta.
Fue un milagro conocerle. De aquella camada de amigos, como de la fraguada
en Ceuta, surgieron algunas personas muy grandes, tanto que parece también un
sueño el haberlos/las conocido. Lo mejor de todo ello es que aprendimos mucho
de nosotros mismos, de los valores que compartimos, y, para más constatación de
lo especial que era la relación que ahora refiero, ninguno suele decir los
nombres de los demás, lo que nos convierte en incluso más familia.
En verdad, junto al arte mancomunado, fuimos conscientes de que, sobre todo,
nos aportamos en lo espiritual, en lo afectivo. Debo resaltar que en este
perfil el que sobresalió fue el torero.
Demostremos que podemos mucho, y sigamos con ese tono que quita vergüenza.
Nos animamos. Hemos resuelto.
Nos asumimos con una cautela que nos lleva al monte de los anhelos
planteables. Hemos recorrido las amistades.
Nos evitamos con una dedicación que gusta con presentimientos que se cumplen
a la menor ocasión. Hemos respondido.
Las causas nos llevan a todas partes. Nos declaramos. Hemos reiterado que
somos capaces. Nos desarrollamos.
Las evidencias nos conducen por doquier con un plano de amistad que nos
nubla la vista y nos recupera para la dicha de antaño.
Demostramos que valemos mucho, que somos, que podemos, que avanzamos, que
recreamos, que nos postulamos con acierto.
Nos implementamos con unos recuerdos que fueron. Nos contrastamos. Hemos
llamado con una creencia más que loable.
Nos debemos al anhelo más básico. Nos declaramos. Hemos hallado motivaciones
ciertas que nos propondrán el ansia mayor.
Nos convenimos con un acierto que dispone con una gratuidad que nos sirve.
Queremos un sí. Nos incluimos.
Nos adentramos en cuanto fue. Hemos pasado al sistema más creíble. Nos
regalamos una picardía que nos incluye en el punto ideal.
Nos amamos mucho, por siempre, porque sí, con un tono medio mágico que nos
encumbra a pasiones creíbles.
Nos envolvemos de pensamientos que nos hacen fluir hacia el amor mismo. Nos
controlamos. Hemos considerado.
Preparamos las amistades para darnos un pie con el que cabalgar hacia el
mismo cariño que nos salvó. Hemos pedido todo.
Nos encuadramos. Hemos importado pensamientos de deseos renovados. Nos
suponemos. Hemos sugerido.
Las bellezas extremas nos llevan donde todo tiene un poco de motivación. Nos
enseñamos a estar, y seguimos con mucho valor.
Nos queremos como somos en un mundo de complejidades que nos llevan al
comienzo de una era novedosa.
Nos ponemos a calcular. Llegamos. Hemos hallado motivaciones para seguir.
Nos convencemos. Hemos sugerido.
Preparamos casi todo con un ánimo honroso. Nos hemos dicho que sí. Nos
elevamos al séptimo cielo. Hemos supuesto.
Nos acaparamos con una dosis de amistad que nos propone con inventos de
amor. Nos debemos al mar. Nos dejamos estar.
Pensamos en el universo. Nos hemos convencido. Posibilitamos. Nos aclamamos.
Hemos resuelto mucho.
Borramos los deseos de antaño, y nos aproximamos a las versiones que nos
hacen vivir de la mejor manera.
Posicionamos y posibilitamos con nombres que abruman. Hemos hablado. Todo
llega. Nos somos. Hemos recordado.
Las virtudes son enormes. Nos agasajamos. Nos pedimos un poco más. Nos
valoramos. Hemos acordado peticiones.
Dibujamos la parte de un pasado que nos nombra. Hemos hallado motivaciones.
Seguiremos muy bien. Hablamos.
Los recortes nos llevan por doquier con una misión que nos hace estar donde
debemos con todo tipo de prudencias.
Deseamos vivir en la paz de quienes han estado en ese amago que nos propone
mejorías y algunos que otros cambios.
Hemos amparado algunas cuestiones que nos devuelven a lo que fuimos. Nos
prometemos. Hemos hallado motivaciones.
Nos cuestionamos. Hemos adecuado los discursos. Nos movemos hacia el mar que
nos siente como algo propio.
Nos decoramos. Hemos dado con las memorias que colectivizan lo que nos pasó
con destacadas caricias. Nos amaremos.
Los hallazgos nos invitan a estar en ese punto que nos declara posiciones
sin dominios. Iremos cerca. Nos diremos lo conveniente. Seremos con felicidad.
Llamamos a una verdad que nos propone seguir por las sendas más emocionantes. Hemos permitido lo más hermoso.
Nos gozamos en una era de pretensiones más que gozosas. Nos animamos. Hemos tomado las razones.
Nos contrastamos entre consideraciones que nos alimentan. Hemos resuelto algunas cuestiones que conformamos como fundamentales.
Nos presentamos en una etapa única. Hemos respondido a las versiones ideales. Nos destacamos. Hemos resuelto.
Los elementos vitalistas concluyen con diálogos de diversiones hondas. Nos dejamos estar con unas fórmulas mágicas.
Juan TOMÁS FRUTOS.
