Nos
pondremos a navegar
por
unas sonrisas
que
nos dirán
si
merece la pena,
que
será que sí,
el
movernos por las aguas
y
los aires de una excepcionalidad maravillosa.
Estamos
en el cénit.
Hemos
de tomarnos en serio
con
una gratitud
que
nos endulzará
desde
la emoción misma
que
supone sentirnos hijos, hermanos,
padres
y madres de un territorio
que
nos repone y reporta familiaridad.
Disfrutamos.
Nos
endulzamos
con
las promesas de estar
donde
constituimos belleza y genialidad.
Nos
regocijamos
en
la querencia de un entorno
que
sabe de nosotros en lo particular
y
que potencia las opciones
y
singularidades de cada cual.
Somos
aquí:
es
una gracia saberlo,
una
promesa cumplida.
Juan Tomás Frutos.

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