La formación es básica, el conocimiento, pero aún lo
es más aprender los suficientes valores. Lo pretende, al menos, la Escuela de Tauromaquia de la Región de
Murcia. Aquí encontramos talento, afición, y, sobre todo, muchos sueños,
algunos de los cuales, con seguridad, se cumplirán. Es nuestro afán también.
Mucho esfuerzo hay detrás de esta iniciativa que,
tras años, se va consolidando como un exponente del toreo más artístico, que ha
de colocar su semilla sobre un duende especial, sobre una química sincera. Los
muchachos aquí presentes merecen lo mejor.
Son buenos alumnos. Hay muchos motivos para
resaltarlo. Lo primero que se persigue es que sean excelentes a nivel
académico. Es importante adquirir cultura. En paralelo, indagan en las huellas
de lo que consideran su destino.
Contabilizamos unas treinta personas que entrenan
tres días a la semana. El resultado, según sus profesores, soberbios también,
es más que extraordinario. Se juntan los anhelos con las más nobles y exquisitas
formas. Es el ahora más singularmente perfecto.
Conviene saber coger la muleta en muchos órdenes de
la vida, y en la Plaza de Toros de
Murcia lo aprenden sin tapujos, sin prisas, al ritmo de sus edades, que son
tiernas, pero que ya apuntan madurez.
Cuando uno pasa una tarde entre ellos sabe que el
arte de Cúchares tiene sentido y futuro.
Juan TOMÁS FRUTOS.

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